jueves, 8 de mayo de 2008

AVISO: CRISIS



La globalización ha traído un mal predecible, que nadie ha tenido en cuenta al subirse al tren que arrasó los paramos de las economías emergentes, y no tanto, cuando pasaba por aquí.
Gozar del reparto de extraordinarios beneficios, aunque tocara a poco, era el efecto placebo que más hondo caló en la economía occidental; aún a pesar de que las distancias entre ricos y pobres se hacían cada vez más grandes.

La posibilidad de acudir al mercado financiero internacional y nacional de los países globalizados, permitió disfrutar de uno de esos garitos del todo a cien, pero con un mercado, que lejos de otorgar valor a lo tangible, estimo y sobrestimo el concepto de valor.

Hipotecas, que no son sino valores fluctuantes en el tiempo, fueron objeto de compraventa desmesurada, sin ceder a la hipótesis de que en un mercado tan volátil, el respaldo de su valor monetario podía caer e incluso desaparecer.


Operadores económicos ajenos a esta fluctuación, hartos de avaricia y ávidos de beneficios rápidos compraron bonos sin descanso hasta que el mercado se desvaneció. Si , si, se desvaneció.

De pronto empezaron a sonar alarmas.
Los inversores temblaron en un contenido intento de mostrar a los poderes públicos que no era el mejor momento de montar una crisis, ahora que el genocidio de Irak ha demostrado sobradamente que no ha servido para limitar el precio del crudo, como se predicaba en círculos mediáticos poco ortodoxos.

Y todo el mundo empieza a pensar qué pasa.
Lo que antes valía poco ( moneda, dinero, papel pintado) ahora se guarda como si fuese un pan de estraperlo, preservándolo de un consumo volátil.

La economía global no se sostiene y el experimento denunciado por los foros antiglobalización y los movimientos que protagonizan aún hoy , apagados por los medios oficiales, una revolución contra el sistema económico establecido, ha fenecido.

¿Y nos quieren hacer creer que no hay por qué preocuparse?

La economía es una parcela llena de hipótesis que no me gusta cultivar en mi pensamiento. Sin embargo, es necesario abordar el porqué de estas cosas.
Desde Keynes, hasta Marx y desde Marx hasta Keynes, solo hay un encuentro de cómo repartir la riqueza que una sociedad es capaz de generar con los recursos de todos.
Cómo se aplican la jaculatorias de cada uno da lugar un sistema político que protege más o menos a la sociedad dónde se actúa, favoreciendo a los dueños de la producción o a la mano de obra que sirve a los medios.

Cuando una crisis económica como esta prospera con una causa que nada tiene que ver con ninguna de esta cosas, se habla de turbulencia, ajuste, pinchazo,... pero esas turbulencias sacuden al menor, al indigente vestido de camarero de Mac Donals, que opera en el mercado basado en el consumo que es , al fin y al cabo , el que sustenta a todos los demás.


Vivir no es un artículo de lujo. Y este sistema lo ha convertido en algo inalcanzable. Habría que redefinir el crédito al margen de la obtención de beneficios bancarios cuando se tarta de adquirir una vivienda para residir. Intervenir, desde luego, el mercado de la vivienda y ofertar el suelo necesario para copar las demandas residenciales reales.

Ya se que son ideas trasnochadas. Utopías que encierran en si mismas trampas y grietas por dónde han escapado muchos delincuentes financieros. Pero quede claro que en un sistema como éste pocas ideas pueden hacer frente al problema sin pensar en las románticas revoluciones del siglo pasado.

Hoy día, 40 años después de la revolución mas reciente en Europa ( Mayo del 68), se mira hacia la historia sin perspectiva. Se ha banalizado en exceso el esfuerzo de las ideas que sirvieron de resorte a movimientos como éste.

Quizás el poder quiera hacernos creer que vivir sin criterio es la mejor forma de hacer frente a ésta y otras crisis venideras.

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Abraham Abulafia fue un cabalista español, nacido en Zaragoza (1240-1291) que vivió en Tudela y viajó por Tierra Santa en 1260. Entre otras obras escribió un comentario a la Guía de perplejos de Maimónides.