miércoles, 9 de julio de 2008

CONTROL


Como escribía Almudena Grandes en el Diario El País , del 30 de junio pasado, escribo yo estas lineas desde ..."la trinchera en la que me recluye un poco más cada día la globalización de unas políticas tan injustas que no permiten otra opción que la resistencia numantina, siempre triste, siempre solitaria y estéril casi siempre."

Y después de leer a A. Gamoneda, a raíz de su justificación a mi me asalta el mismo arrebato. Pero a mi, que nunca me pareció razonable la victoria, tampoco me parece bien como se gestiona.

Voy por esta España diversa, viajando entre las imágenes que tenía recreadas en mi cerebro por ilustres como Muñoz Molina, Galdós y otros relatores de realidades y descripciones acomodadas a subjetividades placenteras, y descubro que el escenario típico de trilogías épicas, propias del andante Cid campeador, es hoy un museo de lo que fue. Adornado bajo trípticos baratos que venden "cultura" y "tradiciones que nunca debieron de haberse perdido", la España diversa se marchita entre turistas.

Son como los restos de una batalla, lenta y sorda, indolora para casi todos. Resistencias numantinas de los que piensan que hubo un tiempo mejor y que no apuestan, con el sostén de la tradición, por un paso adelante.

España esta sumida en la tradición y la venta de la delicatessen, antes común hasta el hastío hoy nicho de negocio con valores incalculables en el mercado. Toda España es hoy un vergel anclado al pasado, con un cordón umbilical , seco y marchito, como una tira de vejiga de cerdo usada después de inflada para jugar al que te pillo.

Nadie mira hacia adelante. Nadie se resiste a la globalización, al control a que estamos sometidos en aras a la seguridad. Es como la contaminación: Una polución casi imperceptible, que solo se asoma a los sentidos cuando nos damos cuenta de que está dirigido al ánimo, a la conciencia. Va más allá del mero control físico. Es un control íntimo como si con una sola mirada se produjera el hecho que contiene el deseo de hacer, el impulso que nace de la intimidad.

Hemos conseguido que la sociedad manifieste una bondad amenazadora en un nuevo valor moral con el instrumento polucionante del control. Somos capaces de atribuir rasgos de inteligencia y afectos humanos a los animales y a los ecosistemas, formando parte de ambos reinos con la preeminencia de un caudillo. Somos tan absurdos que bajo la sigla de la protección avivamos el control. Pero seguimos ligados a las costumbres.( O tempora o Mores.)

Y todo por que el valor de la verdad ya no tiene sustento en nuestra cultura. Los elementos de control son los que "sustentan" la verdad. Siempre una verdad formal e interpretable ligada a los hechos que se requieran para lo que sea menester.




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Abraham Abulafia fue un cabalista español, nacido en Zaragoza (1240-1291) que vivió en Tudela y viajó por Tierra Santa en 1260. Entre otras obras escribió un comentario a la Guía de perplejos de Maimónides.